Comentábamos el mes pasado que la más reciente película de Disney-Pixar, Inside out, que en Latinoamérica se ha llamado Intensa-mente y en España Del revés, nos ofrece una ocasión de reflexionar acerca de la naturaleza e importancia del mundo afectivo humano.
En el interior de Riley Anderson “habitan” cinco emociones básicas: Alegría, Tristeza, Temor, Desagrado e Ira.
Aunque evidentemente se trata de una caracterización animada (aunque bastante bien lograda, hay que reconocerlo), podemos aprovecharla para plantearnos algunas ideas que podrían ser útiles en el proceso de auto conocimiento y manejo de la propia afectividad (sobre la que hablamos en el post anterior).
Veamos, entonces, algunas características −presentes en el film y en la vida real− de cada una de estas emociones básicas:
- Alegría.
Es el sentimiento preponderante, el que dirige el Centro de control y en quien se apoyan las demás emociones. Sin embargo, aunque es el más placentero, descubrirá que no le corresponde actuar siempre.
Una propuesta interesante es notar cómo −a pesar de intentarlo, a su manera− no logra consolar: hay momentos en los que tratar de mantener la sensación de alegría sería forzado. En cambio se da cuenta que Tristeza empatiza y descubre que muchas veces su propia aparición depende de ‘dar espacio’ a lo que inicialmente se vislumbra como negativo (como ocurre con el recuerdo del partido de Hockey o el abrazo consolador con su familia).
En general, conviene no perder de vista que:
- más que la alegría sensible importa la que viene de sabernos dignos por naturaleza, capaces del bien y queridos (por Dios, por nuestra familia y amigos…)
- es necesario aprender a alimentar esa (segunda) alegría y a apoyarse en ella: fijarse en lo positivo y en las posibles soluciones, disfrutar de lo que hay, agradecer, admirarse, querer…
- Tristeza.
Inicialmente no se sabe cuál es su función: “no estoy segura de qué hace”, dice Alegría; y a todos nos resulta particularmente pesada. Sin embargo, es tan protagonista y valiosa como Alegría y las demás. De hecho, es interesante que, aunque inicialmente nos parezca que “la culpa del problema” que se desencadena la tiene Tristeza, lo cierto es que si Alegría no hubiera tratado de impedir que hubiera un Pensamiento Central triste, probablemente no habría ocurrido el accidente. Y es que las situaciones negativas (que producen tristeza), si las vivimos bien, nos pueden hacer crecer, al darnos cuenta de que no somos autosuficientes y que necesitamos a los demás. Así mismo, al experimentar emociones negativas nos hacemos más sensibles a los otros.
Lo malo no se tapa, se maneja y expresa: es lo que se muestra con toda la experiencia y aprendizaje de Alegría acerca del valor de Tristeza.
No sentir no es una meta: todo se vuelve gris y malo, duro, frío (como muestra el tablero durante la huida); saber asumir e integrar lo que se siente sí es la meta, de modo que lo que se siente pasa a enriquecer la vida y las experiencias.
Por eso si la tristeza nos envuelve nos ‘tumba’, haciéndonos perder tiempo y energías: es la tristeza inútil en la autocontemplación; pero si en cambio la integramos en nuestra existencia, puede impulsar nuestro perfeccionamiento.
La principal ocupación de Temor es mantener a Riley a salvo y protegerla. Es interesante que, precisamente por ese rol, intenta tomar la iniciativa de dirigir el Centro de Control en ausencia de Alegría, para resguardarla −en lo posible− del desastre y evitar daños. No obstante, también es la primera en plantearse la renuncia, la huída, porque es insoportable vivir temiendo lo malo todo el tiempo.
Dos consideraciones acerca del temor:
- La anticipación permanente de lo que se teme es la base de la ansiedad. Como a toda emoción, el miedo hay que manejarlo y ponerle límite pues, de lo contrario, crece y se generaliza.
- En nuestra vida hay una vulnerabilidad real, porque hay muchas cosas sobre las que no tenemos dominio y la sensación de miedo nos avisa al respecto; sin embargo, hay que saber confiar: tanto en las propias capacidades de superar los obstáculos, como también en el sentido trascendente de nuestra existencia por el cual es posible obtener bienes aún en las situaciones más adversas.
- Desagrado.
Evita que Riley se envenene −tanto física como socialmente. En la película han diseñado esta emoción para encajar en ella un amplio espectro de todo lo que “no gusta”: desde la comida hasta la compañía, pasando por las actividades.
Como toda emoción, a través de esa información de agrado y desagrado que proporciona, nos brinda datos que debemos considerar al momento de tomar decisiones y actuar, aunque sin dejarnos llevar por ella sin más, pues no todo lo que nos desagrada es malo ni todo lo agradable es bueno.
- Furia/Ira.
«Furia/Ira es muy apasionado acerca de hacer que las cosas sean justas para Riley. Tiene un espíritu ardiente y tiende a explotar (literalmente) cuando las cosas no salen según lo planeado. Se apresura a reaccionar de forma exagerada y tiene poca paciencia para las imperfecciones de la vida.» (web oficial)
Se ve bastante bien en la película cómo desde la ira se suele sobredimensionar el fracaso. Asimismo, resulta interesante notar que cuando ambas furias dirigen el encuentro personal se produce la pelea, en la escena de la cena; en cambio, en la escena cuando habla con la mamá en el cuarto Furia dirige en Riley, pero no en la Mamá, por tanto no hay “choque”, sino que Alegría recupera el mando.
Aunque es cierto que hay una ira buena (como la indignación ante la injusticia), de cuyo buen uso algo asoma la cinta cuando abren el vidrio y rescatan a Tristeza y Alegría, lo cierto es que ‘enganchamos’ en la ira:
- no busca solucionar, ni congeniar sino ganar, afirmarse, satisfacerse, produciendo también molestia en el otro (como en la pelea padre-hija);
- genera un exponerse que resulta auto-agresivo (la huida en autobús);interpreta negativamente la realidad, aislando de los demás (la reacción ante la nueva integrante de su antiguo equipo de hockey);
- nos separa y aparta al otro de nosotros aunque le necesitemos (lo cual es evidente cuando Riley huye, brava.)
Todas las caracterizaciones de las emociones (quizás más evidente en Alegría) quieren el bien de Riley y son persistentes en ello: la búsqueda de lo que se reconoce como bueno es lo que nos mueve a actuar siempre. Es por esto que la formación de nuestra inteligencia y el fortalecimiento de nuestra voluntad, para que busquen siempre la verdad y el bien, resultan decisivos en nuestro desarrollo y crecimiento personales.
Es un reto que podemos ir construyendo día a día, en las cosas pequeñas, por medio del ejercicio de las virtudes.
(*) Este post fue publicado originalmente en http://proyectosb612.com/las-cinco-emociones-de-intensa-mente-parte-2-de-2/